El tabaquismo
Es importante recordar algo que todos sabemos, pero que a veces nos cuesta de aceptar: El tabaco es una substancia adictiva cuyo principal componente, la nicotina, actúa directamente sobre nuestro sistema nervioso central; su consumo genera una fuerte dependencia física y psicológica que nos dificulta dejar el hábito debido al síndrome de abstinencia que genera.
En los informes publicados por la OMS durante 2019, Europa se sitúa a la cabeza mundial en el consumo, con 209 millones de personas fumadoras (un 29% de la población).
Así que ¡enhorabuena si has decidido dejar de fumar! Cada vez hay más personas que abandonan el hábito y tanto la sanidad pública como privada ponen a disposición de aquellos que dan el paso una gran red de soporte y herramientas para conseguirlo.
Humo del tabaco y sistema respiratorio
Aunque puede consumirse de formas distintas (cigarrillo, puro, pipa, pipa de agua, tabaco de esnifar, de mascar...), todas ellas nocivas, la manera más popular de consumir tabaco es inhalarlo, es decir: fumar cigarrillos.
¡Fíjate en el dato!: “Cada bocanada de humo del tabaco contiene al menos 4.865 sustancias”, entre las que figuran: la nicotina, responsable de la adicción física; el monóxido de carbono, responsable de las enfermedades cardiovasculares; y el alquitrán, responsable de los cánceres asociados al hábito de fumar.
Según datos de la OMS el tabaco es la causa de más del 4% de enfermedades pulmonares.
Un fumador promedio inhala hasta 10 veces el humo de cada cigarrillo, lo que supone 200 inhalaciones diarias en alguien que fuma una cajetilla (20 cigarrillos) al día, causando un grave daño a las vías respiratorias.
La tos del fumador, una señal de alerta
El tabaco, además de acelerar el ritmo cardíaco y de elevar la frecuencia respiratoria y la tensión arterial, en cada inhalación provoca una reacción irritante en las vías respiratorias y la inflamación de la mucosa bronquial. Esta inflamación genera una hipersecreción de mucosidad, esto es, un moco abundante, muy denso y difícil de expulsar.
Como sabemos, la tos no es más que un mecanismo protector de nuestro cuerpo que lucha por eliminar la mucosidad alojada en los bronquios.
En el caso de las personas fumadoras, la cantidad y densidad de la mucosidad hace necesarios fuertes golpes de tos para lograr expulsar el moco o expectorar.
La tos persistente (o tos del fumador) es un claro indicador del daño que el tabaco provoca en los pulmones.
Pero, ¿cuál es el origen de esta molesta tos?
El origen se produce cuando el humo del tabaco debilita los cilios, unos diminutos vellos que nos ayudan a expulsar elementos extraños alojados en los pulmones. Al fumar, se debilita su función purificadora y les resulta más dificultoso expulsar las partículas nocivas de nuestro organismo.
Con las horas de sueño algunos cilios se recuperan y empiezan a trabajar para desintoxicar los pulmones. Por ello, al despertar los fumadores tosen, para tratar de eliminar los agentes irritantes y la mucosidad acumulados.
Enfermedades respiratorias asociadas al tabaquismo
En fases tempranas del tabaquismo la tos no supone un problema grave para el fumador. Se presenta principalmente por las mañanas para movilizar la mucosidad, como una reacción “de limpieza” de las vías respiratorias y no interfiere en su día a día; pero con los años de hábito, el tabaquismo va haciendo mella.
La capacidad pulmonar del fumador disminuye de forma progresiva, aumentando la desagradable sensación de “falta de aliento” ante cualquier esfuerzo físico.
También aumentan las infecciones respiratorias y los catarros, que se prolongan más en el tiempo y presentan mayor mucosidad y una sintomatología más virulenta. Finalmente, la tos se vuelve más constante y se cronifica.
En una persona fumadora o exfumadora la tos permanente no es nada banal, sino que constituye una señal de alarma que puede señalar la presencia de enfermedades graves como:
- La Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC) es la enfermedad crónica del pulmón más común en el mundo (la padecen 1.300 millones de personas) y sus principales causas son la exposición a agentes contaminantes como el humo del tabaco (responsable en un 80% de los casos). La EPOC incluye las patologías de bronquitis crónica y enfisema pulmonar, o una combinación de ambas.
- La bronquitis crónica. Es una enfermedad inflamatoria de los bronquios asociada a la irritación continuada de las vías aéreas, que se caracteriza por la tos persistente y la dificultad de expectorar o expulsar la mucosidad. El síntoma más visible de bronquitis es esa molesta tos, que no es más que el intento continuado del organismo de “despejar” las vías respiratorias. Una tos que se agrava seriamente al resfriarse. Para ser diagnosticada como bronquitis, la tos debe prolongarse como mínimo tres meses al año durante dos años seguidos.
- El enfisema pulmonar. El humo del tabaco afecta también a las paredes de los alveolos pulmonares, unas bolsitas al final de los bronquios responsables de llenar de aire los pulmones y que con el tiempo pierden elasticidad y se destruyen. Esto compromete gravemente el movimiento natural de la respiración (intercambio de oxígeno y monóxido de carbono) reduciendo la capacidad pulmonar casi por completo.
El fumador pasivo
El humo del tabaco que se inhala de forma pasiva, como el exhalado por un fumador o el proveniente de un cigarrillo encendido, contiene hasta tres veces más nicotina y hasta cinco veces más monóxido de carbono que el inhalado por el propio fumador.
Una persona no fumadora expuesta al humo del tabaco durante una hora habrá “fumado” el equivalente a 2-3 cigarrillos.
Por ello, un fumador pasivo habitual también desarrollará los síntomas asociados al tabaquismo: irritación nasal, irritación ocular e irritación de las vías respiratorias, con tos y flemas (un tipo de mucosidad).
Cuándo ir al médico
El deterioro respiratorio del fumador es progresivo. El problema es que el fumador se adapta paulatinamente a dicho deterioro y a la falta de aire. Esto hace que no vaya al médico a tiempo, con lo que a menudo cuando acude ya existe la patología de bronquitis crónica o enfisema.
Estos son los principales síntomas a tener en cuenta para concertar una visita con el médico sin demora:
- Expectoración con mucosidad amarilla intensa, verde, marrón o marrón rojizo.
- Síntomas de EPOC (tos persistente con o sin expulsión de moco, dificultad respiratoria, dificultad para inspirar, aumento de las infecciones respiratorias, sibilancias –sonido agudo al respirar– o fatiga).
- Cualquier cambio observado en la tos del fumador.
Cómo evitar o aliviar la tos del fumador
El único remedio real contra la tos del fumador es dejar de fumar.
De todas formas, mientras esto no sucede, se puede recurrir a algunos remedios farmacológicos y/o naturales para aliviar los síntomas y mejorar ligeramente la calidad de vida.
- Mucolíticos o Expectorantes: Recomendados cuando la tos es productiva. Ayudan a fluidificar el moco y a disminuir su viscosidad, facilitando la expulsión. En el caso de la Acetilcisteína, se consigue este efecto sin incrementar el volumen total de moco y se activa el movimiento de los cilios, favoreciendo la eliminación de la mucosidad.
- Antitusivos: En los casos de tos seca irritativa se pueden utilizar medicamentos antitusivos. Entre ellos destaca la Cloperastina, por ser el único que posee un doble mecanismo de acción central y periférico.
- Aceite esencial de eucalipto: Facilita la expectoración al tiempo que ayuda al organismo a luchar contra las infecciones del sistema respiratorio por sus propiedades antivirales. Pero ten en cuenta que no está recomendado para menores de 7 años, embarazadas o personas asmáticas.
- Caramelos y pastillas para chupar: Promueven la salivación, que tiene una función protectora. También actúan como sustitutivo puntual del tabaco, evitando el consumo de algún cigarrillo.
- Plantas medicinales: Preparados de acción emoliente y protectora que ayudan a fluidificar el moco y a expulsarlo (como la grindelia, el llantén, la malva, el malvavisco, el eucalipto o la hiedra).
La tos del ex-fumador
Aunque no pasa siempre, en algunos casos el período que sigue al abandono del tabaquismo se caracteriza por la aparición de una tos más persistente.
Esto sucede por la recuperación de los cilios, los diminutos vellos encargados de expulsar los elementos irritantes de nuestras vías respiratorias. Con el fin del hábito los cilios se activan de nuevo, limpiando nuestras vías respiratorias a pleno rendimiento.
Algunos remedios para aliviar esta tos son hidratarse abundantemente o utilizar un humidificador en ambientes fríos y secos.
De todas maneras, esta tos en concreto tiene un significado positivo, pues es el reflejo de la recuperación y debería remitir sin más a las pocas semanas.
Así pues, si todavía no has dado el paso de dejar el hábito, ¡te animamos a hacerlo!
Siguiendo nuestros consejos y teniendo en cuenta las indicaciones del personal sanitario, la reducción y eliminación de la tos del fumador será mucho más sencilla, y con el tiempo podrás recuperar tu salud respiratoria... y las mañanas sin tos.